Não sei ao certo se foi por conta do nascimento de mais um filho ou por influência de alguns episódios (15 anos da morte de Renato Russo e novo disco do Noel Gallagher), mas o fato é que nas últimas semanas tenho ouvido basicamente Legião Urbana e Oasis (e Blur também).
A primeira banda foi muito importante para mim na década de 80, e escreverei mais sobre ela em breve.
Já o Oasis foi minha banda favorita ao longo dos anos 90 (até prefiro o Blur, mas fui prestar atenção na banda um pouco mais tarde).
Aproveitando o gancho, vejam essa lista que saiu na Rolling Stone espanhola sobre os melhores discos do Britpop (Rolling Stone Brasil, cadê você? Chico Buarque na capa é compreensível, mas foda!):
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1. Different class, de Pulp:
En un momento en que Blur y Oasis se habían convertido en demasiado grandes, la banda liderada por Jarvis Cocker (en activo desde finales de los setenta) se transformó en la verdadera favorita de mucha gente. Motivos: Common people se basta. Pero fue el grueso del álbum el que hizo de Different class el trabajo definitivo de la época. Jarvis Cocker era un londinense cualquiera que salía por el Soho (Bar Italia), adoraba a las chicas de Ladbroke Grove (I spy), no quería comprometerse (Disco 2000) y mostraba un apetito insaciable por la juerga (Sorted for E’s & Wizz) y el sexo (Underwear y Live bed show). Todo lo anterior, resumido en ese himno que fue y es Common People, explican por qué Pulp fueron una banda sin la que, seguramente, el Britpop habría sido algo muy distinto, o no habría sido en absoluto.
2. Parklife, de Blur:
A la tercera fue la vencida. Después de mostrarse demasiado dubitativos en sus dos primeros discos, hasta el punto de que nadie sabía si iban para estrellas o para anécdota, Damon Albarn emergió como el más firme plumilla musical a heredar el trono de cronista laureado del reino, entre serio e irónico, que en su día detentó Ray Davies. Auténtico buque insignia del Britpop, Parklife regalaba canciones a casi todas las esencias de la vida realmente inglesa: las jornadas festivas (Bank holiday), la mirada desapasionada y costumbrista a la vida cotidiana (End of the century), la escapada a la costa (Clover over dover)… En medio, cautivadores paisajes personales como Badhead y To the end, y un final majestuoso con This is a low, una de sus mejores canciones.
3. Definitely maybe, de Oasis:
A estas alturas todos saben quienes son Oasis, y si los ama o los odia. Por eso quizás el tiempo ha restado valor a lo que supuso la publicación de Definitely maybe. Bajo la batuta de las excelentes composiciones de Noel Gallagher, y con la personalidad y el carisma de su hermano pequeño Liam como forma visible de la propuesta, el debut de Oasis impulsó el regreso de las guitarras densas al pop inglés (que sus grupos de cabecera fueran Beatles y Stone Roses, no implica que los Sex Pistols no sonaran en el sucio local de Manchester donde ensayaban estos macarras). Oasis se convirtieron, de repente, en la referencia estética y espiritual; y canciones como Columbia, Slide away, Supersonic o Cigarettes & alcohol, en himnos vitales y generacionales.
3. Definitely maybe, de Oasis:
A estas alturas todos saben quienes son Oasis, y si los ama o los odia. Por eso quizás el tiempo ha restado valor a lo que supuso la publicación de Definitely maybe. Bajo la batuta de las excelentes composiciones de Noel Gallagher, y con la personalidad y el carisma de su hermano pequeño Liam como forma visible de la propuesta, el debut de Oasis impulsó el regreso de las guitarras densas al pop inglés (que sus grupos de cabecera fueran Beatles y Stone Roses, no implica que los Sex Pistols no sonaran en el sucio local de Manchester donde ensayaban estos macarras). Oasis se convirtieron, de repente, en la referencia estética y espiritual; y canciones como Columbia, Slide away, Supersonic o Cigarettes & alcohol, en himnos vitales y generacionales.
Dejamos una grabación en directo de Columbia, de Oasis:
4. Dog man star, de Suede:
El single previo Stay together ya anticipaba el camino. La creciente maestría e inquietud musical de Bernard Butler –y su alienamiento respecto al resto de la banda– más la no menos creciente actividad lisérgica de Brett Anderson provocaron que Suede se desmarcaran de su álbum de debut y de toda la música que se hacía entonces e iniciaran otro viaje por su cuenta. Aún les quedaba Bowie (New generation), pero la afectación y el melodrama eran nuevos. Dog man star era tan ambicioso artísticamente que, de no ser por la sutilidad con la que Butler envolvió las desgarradas maniobras poéticas de Anderson, canciones como The asphalt world, The wild ones o Still life habrían dado vergüenza ajena. En cambio, fue una obra maestra. Butler dejó Suede antes de que viera la luz.
5. I should coco, de Supergrass:
Espectacular se convierte en un adjetivo escaso para definir un debut de los que ya no se publican en estos tibios tiempos. Coger todas tus influencias (Bowie, Buzzcocks, Beatles) y mostrarlas sin pudor ni nostalgia para convertirlas en, ahí la clave, un sonido personalísimo, lo consiguieron estos tres descerebrados en el año 95. Pura energía sin control ni mesura, una enfermedad musical infecciosa y… letal.
6. Wake up!, de The Boo Radleys:
La banda liderada (en tareas compositivas) por Martin Carr había empezado mucho antes del Britpop y Giant steps (1993) ya era un disco sobresaliente, pero en Wake up! dieron con una tecla que, por otro lado, no volvieron a encontrar jamás: la del éxito comercial. La mitad de la culpa fue del single Wake up boo, pero el disco también tenía perlas como Reaching out from here, Martin, Doom! It’s seven o’clock o It’s lulu.
7. Fuzzy logic, de Super Furry Animals:
Galeses militantes –su tercer disco sería en ese idioma–, Gruff Rhys y compañía debutaron a principios de 1996 con un álbum de punk pop juguetón, surrealista, loco de remate, pluscuamperfecto. Entre el trallazo de God! show me magic y los coros de For now and ever cabían la inmediatez de Something 4 the weekend, una canción dedicada a un frisbee y otras gloriosas rarezas que hablaban de la singularidad de este grupo.
8. Elastica, de Elastica:
En el 95, no había garito de Nueva York o Londres en el que no se hablara de Elastica. Con un rollo new-wave y la vista puesta muy cerca de los discos de Wire, gracias a ellos el movimiento encontró a su icono (sexual) femenino: Justine Frischmann.
9. Suede, de Suede:
Un sonido seductor y oscuro, entre lo afectado y la poesía. Corría el año 1993 y con el binomio Butler-Anderson llegó el glamour al britpop. El tiempo no ha pasado por Animal nitrate, So young o Sleeping pills, excitantes canciones de huida... a ninguna parte.
10. 1977, de Ash:
¿Podrías pasar un año en una habitación con la saga de Star Wars, un póster de Jackie Chan en la pared, algunos pedales de distorsión enganchados a la guitarra, un diario en blanco, y los discos de los Housemartins sonando sólo en los días pares? Mientras piensas la respuesta, escucha el trabajo que publicaron estos niñatos norirlandeses en el año 1996, enlazando con destreza el sonido punk inglés con cierta querencia grunge y bastante cultura pop. Y sí, es cierto lo que cuentan: Wheeler, Hamilton y Murray hicieron que algunos se dejaran los flequillos crecer y crecer.
11. Casanova, de The Divine Comedy:
Que Scott Walker era un extraño en las existencias de los britpoperos, era un hecho. Y que con su cuarto y mejor disco, un Neil Hannon de 25 años llenó ese vacío, también. Romántico pero no dramático, orquestal pero no barroco, Casanova está repleto de magia, de charming, y de canciones inmensas como Something for the Weekend o Becoming more like Alfie.
12. (What’s the story) Morning glory, de Oasis:
En su día fue celebrado como incluso mejor que su debut. Wonderwall fue un éxito mundial, aunque con el tiempo las mejores canciones son las que suenan más urgentes, Hello o Some might say. A pesar de que no, no era mejor que Definitely maybe, se trataba de una colección de canciones al alcance de muy pocos, y fue el disco que les dio la gloria.
13. Modern life is rubbish, de Blur:
Debates al margen (si fue o no el disco que marcó el ahora del britpop), el segundo de Blur dibuja a un grupo que busca reinventarse: si antes el grunge ejercía su poder hasta donde alcanzaba la vista, ahora el pop debe dominar el mundo… otra vez. Los hipnóticos arreglos de Coxon, el tenso bajo de James y la lírica mordaz de Albarn, en pleno apogeo. Sin este disco, Parklife no hubiera sido posible.
14. A northern soul, de The Verve:
Ya desde el principio de su carrera, a Richard Ashcroft le llamaban Mad Richard por sus actitudes y ambiciones chamánicas. El único momento en que las puso negro sobre blanco fue en este disco, en especial en las canciones-himno A new decade, This is music y History. También en el libreto del disco, con imágenes apologéticas de una espiritualidad más o menos narcótica.
15. K, de Kula Shaker:
Con Hendrix, Grateful Dead y George Harrison metidos en el alma, y el Siddhartha de Hesse en el bolsillo, Crispian Mills, nieto del actor Sir John Mills, montó una banda para recuperar la espiritualidad que inundaba la psicodelia de finales de los 60. Versos en sánscrito y shivas de cuatro brazos recorren canciones que marcaron por la esencia más que por la forma. Ahora son difíciles de reivindicar, pero en su día Tattva fue un pelotazo.
16. Expecting to fly, de The Bluetones:
En 2010 se publicaba un nuevo disco de los Bluetones. Tras quince años de pop melódico y armoniosos pasajes, mostraban seguir a lo suyo, tarea que en la empezaron con Expecting to fly, su debut del año 1996. Las obvias comparaciones con los Stone Roses, lejos de perjudicar, les permitieron tener hueco asegurado en el NME. Y hits como Bluetonic o Slight return hicieron el resto.
17. The great escape, de Blur:
Batalla campal, estribillos letales, palabras afiladas, y dos discos a punto de ver la luz. Oasis ganó en cifras y Blur en letras. Country house, un single lleno de referencias british, sirvió de radiografía (y de aviso) de lo que íbamos a encontrar en The great escape: la sociedad británica y su cultura puestas en duda. Con singles como The universal, estamos ante el primer disco de Blur que consiguió triunfar en EE UU.
18. Olympian, de Gene:
En algún punto entre The Faces, The Jam y The Smiths situamos el proyecto de Martin Rossiter y compañía. Secundarios de lujo más por mala suerte que por falta de talento, Gene destacaban por mezclar épica con crudeza, ofreciendo un debut que, por debajo de las evidentes influencias, dejaba entrever ideas y personalidad. Hay que completarlo con el álbum de singles y rarezas To see the lights.
19. This world and body, de Marion:
Víctimas de lo que llamaron ‘la maldición de Morrissey’ (grupo al que alababa, grupo que se hundía), Marion tuvieron sus cinco minutos de gloria gracias a temas irresistibles como Sleep. Las adicciones de su líder, Jaime, acabaron con ellos antes de lo que merecían.
20. Moseley shoals, de Ocean Colour Scene:
Paul Weller dijo: “Ellos me gustan”. Y nosotros le creímos, porque casi nunca se equivoca. Mucho más eclécticos y frescos que en su debut, Ocean Colour Scene sorprendieron en el año 1996 con este brillante disco y con un single, The riverboat song, que contiene uno de los riffs más adictivos del pop.
21. New wave, de The Auteurs:
El exquisito grupo de Luke Haines fue alineado junto a Suede en los principios del Britpop, pero el regusto agridulce y el sonido más melódico que demuestran joyas como Showgirl o Starstruck mostró que sus caminos eran distintos.
22. Nuisance, de Menswear:
Hubo un momento, en 1994, en que todo el mundo sabía quiénes eran Menswear aunque nadie había escuchado ni una canción suya. Eran los reyes del saber estar, de la ubicuidad, convirtieron el ser vistos en un arte. Después, el tiempo se les echó encima y les pasó de largo. Antes, hicieron este disco en el que brillan sus singles más conocidos: Daydreamer y Being brave.
23. On, de Echobelly:
Por un par de años, Echobelly fueron la banda con cantante femenina más consistente del Britpop. Éxitos como Insomniac o I can’t imagine the world without me abonaron el terreno para este On que les consolidó, aunque brevemente. Los hits aquí son King of the kerb y Great things. Echobelly pusieron banda sonora a muchos grandes momentos de la época.
24. Lovelife, de Lush:
Fueron de los primeros en estar ahí, alternando con Blur y Stereolab, pero no alcanzaron ni la popularidad de los primeros ni el culto de los segundos. Se quedaron en unos fabricantes de pop –perdón– bonito, cuidados por la prensa hasta que aparecieron en escena Cast, que hacían lo mismo pero con personaje ilustre en cabeza. De hecho ellos y su All change podrían haber ocupado este hueco.
25. The it girl, de Sleeper:
Ahora cuesta creerlo, pero Sleeper titulaban así su segundo disco porque su lideresa, Louise Wener, era en efecto la chica-objeto del britpop –dado que Justine Frischmann era pareja estable de Damon Albarn–. Aunque musicalmente no estuvieran a la altura de la atención que se les prestó, Sale of the century, Nice guy Eddie o Statuesque pueden valer una revisión en una fiesta temática."
Bom listas são sempre subjetivas, mas deixar de fora Urban Hymmes do Verve é um pecado mortal!
Quanto ao Oasis, Defenitly Maybe é de fato um disco histórico, considerado um dos melhores debuts de todos os tempos, mas o Morning Glory (em 12o. na lista) é, por questões sentimentais, o meu favorito.
Aliás, o disco solo do Noel Gallegher etá bem bom, recomendo.
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